Por: Dra. Mariana C. Gorella Slavin
Matrícula Nro. 2625
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En entregas anteriores hablamos sobre los síntomas de la ansiedad generalizada y aquella emoción que causa el problema: el miedo patológico. Hoy vamos a diferenciar a la ansiedad del llamado “ataque de pánico”.
Por lo general, los llamados ataques de pánico, se refieren a eventos sorpresivos o súbitos de crisis intensas, imprevistas e inexplicables de sensaciones físicas, emocionales y cognitivas que duran unos minutos y luego desaparecen. En la mente se instala la idea de muerte inminente y un miedo intenso es la emoción profunda que se activa en estos casos.
Los síntomas más comunes son:
- Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración.
- Temblor o sacudidas.
- Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
- Sensación de ahogo.
- Dolor o molestias en el tórax.
- Náuseas o malestar abdominal.
- Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
- Escalofríos o sensación de calor.
- Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueo).
- Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo).
- Miedo a perder el control o a «volverse loco».
- Miedo a morir.
No es necesario que durante la crisis se presenten todos estos síntomas. Para evaluar como ataque de pánico, deberían presentarse al menos cuatro o más de ellos. Los síntomas pueden aparecer mientras la persona está (aparentemente) calmada o relajada, o durante algún evento estresante o de ansiedad intensa.
Como verán, el miedo está presente en ambas situaciones. La diferencia entre una crisis de ansiedad y un ataque de pánico, es que en el segundo caso, los síntomas son consecuencia principalmente de la activación del sistema nervioso simpático que provoca una respuesta de huida o lucha. Esto nos indica que en la mente de la persona (por lo general de manera inconsciente) estaba sintiendo miedo, sensación de inseguridad o mucho stress, lo que provoca que se desate la crisis de pánico en momentos totalmente inesperados. En el caso de la ansiedad crónica y eventuales crisis o aumentos del nivel de ansiedad, lo que está activo de manera constante es el sistema nervioso central, de allí la diferencia en los síntomas.
La persona que ha experimentado el terror de un ataque de pánico queda con el miedo a sufrirlo nuevamente, sobre todo porque este evento ha sido sorpresivo y sin una explicación lógica que lo justifique. El miedo al miedo es lo que generalmente queda de residuo en la mente de alguien que ha sufrido un ataque de pánico.
Pero es importante saber que:
- Es un evento mental, no hay peligro real de muerte. Y si te han diagnosticado que sufriste un ataque de pánico, debes saber que no te vas a morir por esto. Es tu mente diciéndote que estas en peligro, pero el peligro no es real. Esto de por sí es tranquilizador. No te vas a morir ni te estas volviendo loco/a.
- Es previsible: si ya has pasado por esta experiencia, debes saber que si bien puede volver a ocurrir, podés estar preparado para controlar la situación desde el inicio de los síntomas para que no se desate completamente la crisis.
- Es prevenible: si has pasado por un ataque de pánico, tu organismo te está indicando que estas bajo ansiedad crónica, stress intenso, problemas sin resolver que causan preocupaciones o estas pasando por una situación de la que necesitas ocuparte. En otras palabras, el ataque de pánico, si bien parece “salido de la nada”, tiene su razón de ser y deberías ocuparte en detectar qué lo alimenta.
En la próxima columna, vamos a abordar estrategias para aprender a controlar el ataque de pánico antes que se intensifique. De esta manera, si te pasa, sabrás que hacer y que no hacer.
Y para terminar, te dejo una frase para reflexionar:
“Donde está tu miedo, ahí está tu tarea” Carl G. Jung
¡Hasta la próxima!