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LO DISRUPTIVO EN LAS CATÁSTROFES

Gastón Gutiérrez, asesor de la Legislatura de Rio Negro.

Gastón Gutiérrez, asesor de la Legislatura de Rio Negro.

Toda crisis o catástrofe que provoca daños extremos en la infraestructura civil de una comunidad, trae aparajedos impactos en las dimensiones emocionales, de gran intensidad para los individuos.
Los personas contamos con recursos psicológicos, adquiridos y aprehendidos a lo largo de la vida, que nos dotan de herramientas para poder afrontar las crisis, adversidades, duelos, entre otras cosas. Estos recursos pueden ser más o menos efectivos según la fortaleza y la experiencia de los individuos, pero no son exclusivamente individuales, ya que las comunidades también tienen la capacidad de desarrollar pilares de resiliencia.
Los eventos extraordinarios producto del Cambio Climático, cada vez con mayor frecuencia, han vulnerado la capacidad de respuesta de la infraestructura de las ciudades. No son fallas en los cálculos de obras civiles, sino que la crisis climática cada vez mas acentuada y extrema, hace insuficiente toda infraestructura.
Ahora bien, hay una dimensión altamente disruptiva en estos hechos (y que roza la perversión), provocando desbordes emocionales a nivel individual y colectivo. Esto se da cuando el Estado, quien debería cuidarnos y protegernos, no lo hace. El Ejemplo más claro sobre el que se reflexiona en Psicología en Intervención en Crisis y Catástrofes, es el Terremoto de México de 1985. ¿Por qué? no solamente por el evento catastrófico en si, sino porque las instituciones públicas que debían contener la emergencia como Hospitales o asistir a evacuados como las Escuelas, fueron los primeros edificios en derrumbarse producto de la corrupción reinante en la obra pública de ese país. Esto hizo colapsar la poca capacidad de respuesta, volviéndola casi nula.
La sucedido en El Bolsón y Bahía Blanca recientemente, son dos filos de la misma daga: el Cambio Climático que profundiza los eventos extremos. Si no frenamos el avance del calentamiento global desde las acciones locales, debemos comprender que estas crisis climáticas sucederán cada vez más seguido.
¿Pero quién empuña la daga? la perversión de negar el Cambio Climático y sus consecuencias, y quienes niegan la presencia del Estado para prevenir y abordar las catástrofes que nos están golpeando.
Los primeros auxilios en la emergencia, surgen de una comunidad que se siente y se fortalece como tal, con la solidaridad y la empatía como bandera. Pero esto ya no alcanza. Ahora somos los ciudadanos, la comunidad organizada, quienes debemos preguntarnos qué deseamos para nuestras familias y nuestras ciudades ¿Estamos dispuestos a aceptar la eliminación de la Obra Pública que nos dote de infraestructura y prevención? ¿Vamos a aceptar la negación del Cambio Climático y los eventos extremos altamente localizados? No da todo lo mismo, menos cuando miles de vidas, miles de historias, ciudades y hasta regiones enteras, están en riesgo.
Hay esperanza, miles de ciudadanos a lo largo y ancho del país, sumados a gobiernos locales y provinciales, están demostrando que uno de los tutores de resiliencia para afrontar esta adversidad, es el federalismo, sumándose a la empatía y solidaridad por abrazar a hermanos argentinos y defender la Casa Común.

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