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«HISTORIAS NECESARIAS»

Madre e hijo.

Madre e hijo.

MATÍAS Y ÉRIKA

 “Soy el Matías, ni víctima ni premio consuelo” es el título de un libro donde se cuenta una historia en primera persona. En sus páginas convergen diversos temas, la violencia contra niños y niñas, los laberintos de la burocracia, la adopción, el amor y la resiliencia. Una obra que pretende convertirse en una ayuda para quienes puedan estar atravesando situaciones similares.

Napoleón, el pequeño gato se pasea por la mesa entre la pantalla de la notebook por delante de Matías y Erika quienes nos esperan en línea para comenzar a compartir su historia tan especial. Una de esas historias que incluye un pasado muy crudo, un presente muy diferente y futuro con escenarios sin lugar a dudas más prometedores.

Matías Peralta Proske es un joven santafecino que de pequeño le atraía la idea de poder escribir cuentos fantasiosos o contar historias, y pensaba que de grande escribiría muchos libros. Por lo que este libro ciertamente tiene un origen remoto en aquellos días de la infancia.

Matías: “De por sí cuando era chico ya tenía una idea más o menos de cómo sería el libro. Después con el tiempo le iba comentando, por ejemplo, a mi mejor amigo, a conocidos, todos me incitaban a que yo escribiera el libro, que ayudaría a muchas personas, y fueron pasando los años hasta que llegó este año (2024) que me animé.

El libro cuenta parte de mi historia, también parte de su historia (señala a su mamá), de cómo me conoció, cómo nos conocimos, también la experiencia que yo tuve dentro del hogar, experiencias que yo tuve con otras familias transitorias, cuando me sacaban a pasear, cuenta muchas experiencias mías en las que tal vez algunos que otros chicos también se sientan reflejados”.

Érika: –Yo agrego una parte desde mi lugar. Yo al momento de adoptar a Matías me capacité mucho, fue una decisión pensada, y traté de capacitarme de todas las maneras posibles, desde hacer todos los cursos de adopción que me enteraba, iba a todas las conferencias, iba, escuchaba, participaba, y también compré muchísima cantidad de libros sobre adopción. Todos los que encontré en librería me los compré y los leí, y me di cuenta que los que más me servían eran en los que yo me sentí identificada con la persona, los que estaban en primera persona, los testimonios de chicos que habían vivido lo que vivió Matías, los testimonios de mamás y de papás que habían pasado por eso, y de familias que habían transitado por eso. Me sentí acompañada leyendo esos libros, sentí que no solamente me pasaba a mí, era algo común. Y pensaba que, si otra gente lo pudo pasar, yo también podría hacerlo. Estaba convencida que en algún momento podría devolver todo esto que me dieron, y me pareció súper interesante cuando Mati me propuso lo del libro, y ahí yo le dije si podía sumar mi parte”.

¿Cómo fue esa experiencia con las familias solidarias o transitorias?

Matías: – Yo, por ejemplo, salí con un total de 6 familias, con la que más salí fue con una familia de la localidad de Nelson, hoy en día sigo teniendo relación con ellos, ya que las considero como mi segunda familia. Eso me ayudó en mi infancia, gracias a ellos pude conocer otros valores que tal vez yo no tenía desde chico, me enseñaron otras experiencias que tal vez no sé si hubiera vivido. Me ayudaron a reducir el dolor que estaba pasando por dentro. Yo estuve dentro de un hogar donde había alrededor de 30 chicos, y considero que eso es un problema bastante grave. Yo tengo en mi memoria que nosotros nos dividían en dos sectores, teníamos el sector de los bebés y el sector de los mayores. Usualmente el sector de los mayores era realmente el más problemático, por el tema de que muchos chicos tenían muchas crisis, ya sea de agresividad. Entonces en cada sector había por lo menos dos tías (cuidadoras) En el sector de los adultos, había de entre 5 años hasta 12 años, y alrededor de 15 o 20 chicos, y es bastante difícil. En el hogar en el que yo estuve, por suerte, nunca sufrí violencia. He escuchado otras historias con experiencias de malos tratos. Creo que es fundamental que un chico reciba un buen trato en su infancia para que se pueda desarrollar perfectamente, para que no tenga problemas en un futuro, o que pueda recibir lo que claramente cualquier niño debería recibir en su infancia, que es amor básicamente.

He escuchado otras historias que no son nada lindas, también en otros hogares no son nada lindos, y eso yo creo que habría que cambiarlo, por ejemplo, hay mucha gente que se mete en ese mundo y no lo conoce, se piensan que es todo color de rosas, y no es así. Suceden muchas cosas, crecí con códigos de una cárcel, era todo muy reglado, por así decirlo, pero se entiende porque era para poder mantener tanto “caos”. En un mismo lugar interactuaban tantos chicos que estaban claramente cargando con un dolor, cada uno distinto al otro.

Yo por suerte de las tías que a mí me cuidaron, recibí el amor, y desde luego que no es similar al que podría haber recibido de un padre o una madre, pero fue el suficiente como para poder contenerme a mí y también poder contener a mis hermanas.

¿Y particularmente respecto del tema de la violencia que podrías decirnos?

Matías: – “Claramente es algo que no se debería vivir en ninguna familia. El libro cuenta también la parte de que como yo me sentía a mis 5 o 6 años de edad sufriendo estos actos, de cómo lo vivo y de cómo lo recuerdo hoy en día. Cada chico lo puede vivir de distintas maneras y eso también le puede afectar de distintas maneras. Yo tuve muchas crisis y el hablar con muchas psicólogas me ayudó bastante”

Hablemos sobre las denominadas Familias Solidarias

Aquí en Santa Fe existe la figura de las “Familias Solidarias” que se hacen cargo, se dedican, lo cuidan, y lo acogen en su seno familiar, permiten que un niño conozca lo que es verdaderamente una familia, y los vínculos de amor. El gran problema que tienen esas familias solidarias, por lo menos en la provincia de Santa Fe, son los tiempos de la justicia, no son compatibles con los tiempos de una infancia, y muchas veces pasan muchísimo tiempo con los niños. El tiempo se prolonga tanto, que después, cuando se separan, vuelve a su situación jurídica, es terrible, y es desgarrador, que separen a un chico de 5 hasta 6 años, con una misma familia, y dicen ahora tu familia es tal, es durísimo. Muy complicado. No soy abogada, pero creo que el plazo que está establecido para que un niño, separado mediante una medida de protección, esté a cargo de una familia solidaria, es de 6 meses, y en realidad, por lo menos en la provincia de Santa Fe, nunca son 6 meses, es muchísimo más tiempo. Lo cual también, le produce un daño al niño, porque ya se encariñó con su nueva familia, y después lo sacan, y lo envían a otro, Mati no tuvo esa figura, Mati siempre vivió los 6 años, en el hogar Casa Cuna, pero si tuvo, como contaba él, esas figuras, importantes, y muy valiosas en su infancia, que fueron esas familias recreativas, que lo sacaban a pasear

Es necesario comprender que aquello que resulta cotidiano para muchos niños y niñas, no lo es para aquellos menores que transitan sus primeros años en hogares. Matías nos cuenta como lo vivía esas situaciones.

Matías: – “Uno de los mayores desafíos que tenía cuando era chico, frente a otras personas, era tratar de parecer básicamente un chico normal. Había momentos en los que fingía que estaba todo bien y realmente no estaba todo bien. Fingía momentos que capaz que yo no había vivido, por ejemplo, con mis amigos de la escuela o mis amigos del pueblo, que me preguntaban ¿Jugaste a esto?, ¿Viste el partido de ayer? Yo los escuchaba a ellos y para no sentirme diferente contestaba “sí, vi el partido, o sí, jugué a tal juego”.  Sentía cierta envidia. Era algo muy frecuente.  “Cuando está uno adentro del hogar, lo primero que piensa, es en cuándo va a salir, es una pregunta recurrente, una de todos los días”.

Erika agrega que el libro, también pretende romper muchos prejuicios, los prejuicios que hay sobre el tema de la adopción, y los chicos adoptados. Hay ciertos comentarios de familiares y amigos, por ejemplo, que tienen mucho que ver con el prejuicio y la discriminación. Y hay que terminar con eso y la mejor manera es a través de la información, con conocimiento. “Cuando Mati me dijo lo del libro, yo enseguida me sumé. Creo que está buenísimo que se conozca sobre este tema” Nos cuenta que en una oportunidad decidió contarle a la Directora de un Colegio sobre el proceso de adopción de Matías y sorprendentemente la docente contestó: “esto es una escuela muy tranquila, cuidamos mucho el clima, y no aceptamos chicos violentos…” Fue entonces cuando Érika se vió en la necesidad de aclararle que adopción equivale a violencia. “Matías no tuvo episodios de violencia, nunca, hay que romper con ese mito. No necesariamente un chico adoptado va a repetir el esquema familiar que vivió, porque los seres humanos podemos cambiar” concluye Érika.

Y en lo que respecta a otros aspectos de la dinámica vinculada al proceso de adopción, Érika considera que resulta necesario adecuar cierta normativa que facilite un poco las cosas. En muchos rubros laborales no existe ningún tipo de licencia, ningún tipo de permiso, ni nada, y mucho menos para el caso de un chico grande, sí de un lactante, pero tiene que ver más con normativas de los gremios. Erika se desempeña laboralmente en una empresa vinculada al sector metalúrgico, bajo Convenio de la UOM y no hay ninguna normativa que otorgue licencia, entonces en su momento ella no tenía ningún tipo de licencia que le permitiera realizar los viajes entre Rosario y Santa Fe, las consultas con los abogados y las entrevistas con las autoridades. Recuerda que fue posible gracias a la generosidad de su empleador que le otorgó los permisos necesarios.

¿Qué nos pueden decir con relación a la rutina de escritura y el proceso de creación del libro?

Matías: – “Mi rutina de escritura básicamente fue escribir cuando yo me sintiera inspirado. No forzaba nada, cuando a mí me nacía escribir o sentía que tenía que escribir y lo escribía. Estaba horas y horas escribiendo lo que surgía de mí. El poder escribir y poder publicarlo y cumplir el sueño que tenía de chico esa era mi mayor motivación. Para escribir el libro recibimos la ayuda de Alexia y Julieta que nos recomendaban, nos corregían. Nos sugerían que tal frase queda mejor que tal otra. Eso nos ayudó bastante”.

Erika nos cuenta que con Matías crearon una línea temporal y en ella colocaron todos los temas que consideraron que era importante visibilizar y cuáles eran aquellas cosas de las historias de ambos que querían compartir en el libro.

Fundamentalmente buscaban que los lectores pudieran identificar cuántos prejuicios y mitos existen alrededor de la adopción de chicos grandes.

Pensaron el índice en función del punteo de temas a abordar, y con la línea temporal confeccionada, comenzaron a escribir las primeras páginas de esta historia.

Las editoras fueron acompañando ese proceso de escritura fueron sugiriendo por ejemplo que cosas podían ir completando la redacción, contar a los lectores que pensaron en tal o cual momento o que motivó una determinada decisión de las que se relatan.

Me imagino que escribir un libro de estas características puede movilizar mucho a nivel emocional. ¿Generó un cambio de perspectiva respecto a algún tema en particular?

Érika: – “No, sí me pasaron otras cosas, obviamente es movilizador porque uno recrea esa situación cuando lo está contando y de alguna manera la revive. Desde luego que moviliza contar una historia propia y una historia una tan difícil aún más. Este libro fue concebido para que sirva a otros, tanto padres adoptivos como chicos institucionalizados, que deje un mensaje. No nos replanteamos cosas o vimos cosas de otra manera, tal vez porque para nosotros esto ya no es una herida, es una cicatriz. Matías tiene una cicatriz que lo va a acompañar toda su vida, pero no es una herida sangrante, no es una herida que duele, entonces yo creo que esa es la principal razón por la cual no nos a grandes angustias o a cosas así, nos movilizó, pero nosotros esto ya lo tenemos cicatrizado y creo que por eso tenemos la fortaleza de poder contarlo y contárselo al mundo y no solamente contárselo, sino tratar de ayudar al que está transitando por esa situación.

¿Cuáles fueron los mayores desafíos?

Érika: – “Bueno, escribir un libro no es fácil, organizar las ideas de toda la historia tampoco. Y muchas veces uno vive la historia y yo te la puedo contar verbalmente, pero cuando uno la escribe es distinto. Y, por suerte, fueron cuatro meses muy intensos, implicó dedicarle muchas horas de escritura. Si bien no teníamos una rutina, le dedicábamos mucha cantidad de horas a escribir y tuvimos mucho apoyo de parte de las editoras. Éramos un equipo de cuatro, trabajando 24/7 para que el libro saliera bien. Entonces eso nos ayudó muchísimo”.

Matías en la actualidad.

Contar una historia en primera persona ciertamente tiene un impacto significativo en la forma en que los lectores experimentamos la narrativa. Nos permite a los lectores conectarnos más profundamente con el o los protagonistas. Matías y Érika nos invitan a conocer su historia y desde su perspectiva, nos ayudan a adentrarnos en el tema de la adopción. La forma en que nos presentan todo este recorrido inevitablemente genera empatía y nos posibilita una comprensión más profunda de determinadas experiencias. Pienso en aquel Matías pequeño diciendo que había visto tal o cual partido o que había jugado el nuevo videojuego, un niño tratando de formar parte, de no quedar fuera. El encuentro entre Matías y Érika ha sido, sin lugar a dudas, un nuevo comienzo para ambos. Un comienzo que no borra episodios tristes de la infancia de Matías, que no devolverá días de juegos y sonrisas. Que, tal como señala Érika, son cicatrices con las que hay que convivir. Pero este nuevo comienzo de amor y compromiso habilitó un mejor presente, posibilitó concretar el sueño de publicar un libro y nos permite suponer, sin temor a equivocarnos, que les regalará a la posibilidad de seguir creciendo como familia con todo lo que ello implica.

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