En enero pasado, la bolsa de 50 kilos de harina a los panaderos estaba entre 250 y 300 pesos. Ahora, según Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM), va de 400 a 450 pesos. Para Emilio Majori, vicepresidente de la Federación Industrial Panaderil de la provincia de Buenos Aires, inclusive la bolsa está valiendo hasta $540 en la provincia.
Por el lado del pan, según Majori, el kilo va en la provincia de 40 a 55 pesos cuando en enero rondaba los $36. Ahora, si bien no dio precisiones, volverá aumentar por la suba en la harina.
«Está aumentando todos los días, de a poquito se va aumentando», expresó el vicepresidente de la Federación Industrial Panaderil de la provincia de Buenos Aires. Majori culpó de los aumentos a los incrementos en las tarifas de los servicios públicos y, también, a los precios de los molinos harineros. «Hay poca entrega porque los molinos están esperando que aumente el precio», agregó.
Lara Cifarelli, la harina aumenta porque sigue al trigo. «Acompaña al trigo a la suba o a la baja», precisó el presidente de la FAIM, que no descartó más subas. «Va a depender de lo que suceda con el trigo, con el libre juego de la oferta y la demanda», afirmó.
En enero pasado, la exportación estaba pagando entre $3000 y 3050 pesos la tonelada del cereal. En ese momento, los molinos en tanto ofrecían en el mercado entre $2800 y 3350 pesos. Ahora, los exportadores están en unos $4600, en tanto que los molinos en un rango de $4450 a 5300 pesos. Cifarelli indicó que incluso se estuvo pagando $5500 en el mercado y hasta $6000 por trigos correctores que se usan para mejorar la calidad. En líneas generales, el cereal subió, según esos precios, de 50 a 60 por ciento.
Cifarelli reconoció que el mercado está «caliente», pero no por un problema de falta de trigo en el país. Lo que pasa, según su opinión, es que el productor está abocado a terminar la cosecha de soja y de maíz antes que preocuparse por vender el trigo que tiene.
«Nos cuesta mucho comprar lo que se muele porque el productor está ocupado con otra actividad», señaló el presidente de la FAIM.
Según el Gobierno, de una cosecha pasada de 18,5 millones de toneladas, los exportadores compraron casi 10 millones de toneladas. Por su parte, los molinos adquirieron 2,54 millones de toneladas. Bajo estos números, todavía habría casi 6 millones de toneladas que están en manos de los productores, acopios o cooperativas. Los molinos requieren comprar al menos otros tres millones de toneladas.
Para Cifarelli, si el trigo sigue en alza también lo hará la harina. «No hay forma de evitarlo», dijo el dirigente, que precisó que el 75% del costo de la elaboración de la harina lo representa el cereal.
En medio de la sequía, que redujo la cosecha de soja en casi 20 millones de toneladas (a 37 millones) hace diez días se conoció la importación de 240.000 toneladas desde los Estados Unidos. Fue en un momento en que la soja había llegado a $6400. Tras conocerse esa noticia de la importación, con un negocio de Vicentín, hubo un fuerte impacto sobre el mercado y la soja perdió en dos días 300 pesos.
¿Puede importarse trigo en este contexto? Para Cifarelli, «en estos momentos no hay planes de importar» por parte de la industria molinera. Consideró, no obstante, que con los precios «no estamos muy lejos» de que alguien haga los números. «Por ahora no lo veo factible, pero si hay que hacerlo lo haremos», apuntó el dirigente de FAIM. Cifarelli aclaró que acá «el trigo y la harina valen lo que tiene que valer».
Hace dos años, se importaron unas 1000 toneladas de Uruguay para ciertos productos de panificación. En cambio, si el sector quisiera importar mucho volumen tendría que buscar mercadería en los Estados Unidos. Más allá de la evaluación de los costos de importar, hoy mientras acá los exportadores están pagando unos US$230 la tonelada por el cereal, en el mercado de Kansas, en EE.UU. está más barato: US$180 dólares.
Mientras tanto, además de estar preocupado por la suba de la harina, y previendo más aumentos en el pan, desde la Federación Industrial Panaderil de la provincia de Buenos Aires Majori también alertó por el crecimiento de la informalidad, con panaderías clandestinas.
«El 60% en Buenos Aires es clandestino, con lugares no habilitados», señaló.