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DE LA DIVERSIÓN A LA DEPENDENCIA

Lecturas de domingo. Por Pablo Rebolledo | Entrevista con la Lic. Lucía Fainboim, Especialista en Crianza Digital, para conversar sobre el equilibrio necesario entre la tecnología y el bienestar de niñas, niños y adolescentes.

Entrevistamos a la Lic. Lucía Fainboim, Especialista en Crianza Digital, para conversar sobre el equilibrio necesario entre la tecnología y el bienestar de niñas, niños y adolescentes.

Las pantallas se han convertido en parte de la vida cotidiana, especialmente para niñas, niños y adolescentes. Desde teléfonos inteligentes hasta tablets y computadoras, el acceso a la tecnología es casi omnipresente. Aunque estas herramientas ofrecen oportunidades educativas y de comunicación, su uso inadecuado plantea serios riesgos para la salud física y mental de los más pequeños. Según la opinión mayoritaria de los especialistas, el tiempo excesivo frente a las pantallas ha sido asociado con una variedad de problemas, incluyendo el sedentarismo, alteraciones del sueño, problemas de concentración, un aumento en los niveles de ansiedad y también de depresión.

La facilidad con la que los más pequeños pueden acceder a contenidos digitales también genera preocupación sobre la exposición a información inapropiada y la falta de supervisión en línea. Además, el uso excesivo de redes sociales puede afectar negativamente la autoestima y como así también las relaciones interpersonales, ya que muchos adolescentes tienden a comparar sus vidas con las imágenes idealizadas que ven en los feeds. Este fenómeno se ve alimentado por una cultura que valora la conectividad constante y el “rendimiento digital”, lo que puede llevar a los adolescentes a priorizar su presencia en línea sobre su bienestar personal.

Es fundamental abordar este tema desde una perspectiva integral que contemple no solo los efectos negativos del uso inadecuado de pantallas, sino también estrategias efectivas para promover un uso saludable y equilibrado de la tecnología. Conversamos con la Lic. Lucía Fainboim, Especialista en Crianza Digital, para explorar las consecuencias del uso excesivo de pantallas en niñas, niños y adolescentes, así como las recomendaciones para madres, padres, educadores y políticos para fomentar hábitos digitales más saludables.

  • ¿Cómo impacta el exceso de las pantallas en el desarrollo de los chicos?

Lucía: – Una de las cuestiones que venimos viendo, investigando y trabajando fuertemente tiene que ver con el impacto tanto en la salud mental, como en el desarrollo y en la salud física de los niños y niñas. Porque la verdad es que estamos ante un escenario de una hiperconexión muy temprana, que ya tiene un tiempo, pero que hoy empezamos a observar los efectos. Efectos que están registrándose en sociedades de pediatría, psicólogos y psicólogas, psicomotricistas y también muy fuertemente docentes de nivel inicial.

  • Cuáles son esas consecuencias que se están comenzando a observar?

Lucía: – Bueno, claramente hay un detrimento muy fuerte de la capacidad de concentración. Los chicos están muy dispersos, están acostumbrados desde muy pequeños a contenidos fragmentados e hiperestimulantes. Entonces esas cabecitas se acostumbran, se entrenan en contenido tan cortito, tan eficaz, tan estimulante, con recompensas tan inmediatas, que después pasa que cuando queremos que lean un libro, cuando queremos que vean una peli, cuando queremos que sostengan un juego simbólico, cuando queremos que esperen un rato, les cuesta muchísimo. La dispersión, la ansiedad, dificultan la capacidad de concentración. Además, estamos observando que, al acostumbrarse a estímulos tan intensos, muchas de las actividades y las experiencias propias de la edad y necesarias para un crecimiento saludable, les resultan aburridas. Entonces tenemos pequeños que desde el año y medio o dos años se acostumbran a scrollear, después cuando tienen que jugar, cuando tienen que leer, cuando tienen que desarrollar una propuesta lúdica, pensarla, disfrutarla, no lo logran. Por ello, tenemos muchos chicos que no juegan con juguetes. Entonces todo eso empieza a encender alarmas y se empiezan a pensar estrategias para reducir, no todo tipo de tecnología, porque claramente el problema no es la tecnología en términos generales, sino plataformas específicas que están diseñadas, para que cualquier persona que ingrese esté mucho tiempo ahí. Por ejemplo, si nosotros tuviéramos que decirle a un papá, a una mamá, a un cuidador.

  • ¿A qué edad resulta recomendable que empiecen a usar pantallas?

Lucía: – En general cuando hablamos de las edades corremos el riesgo de generalizar, y si bien ahora podemos pensar, porque a veces uno quiere saber un dato específico, hay varias preguntas para hacernos antes de la edad. Yo creo que cada familia tiene que pensar las características de ese niño o esa niña ¿Cómo se está vinculando con sus pares? ¿Cómo está desarrollando el lenguaje? ¿Qué tiempo dedica a jugar? ¿Cuánto le interesan otras cosas? y después lo más importante es también pensar el contexto de la familia. Ahora, una vez que introducimos pantallas, hay que pensar que no es lo mismo cualquier pantalla. La Sociedad Argentina de Pediatría, la OMS, cualquier sociedad científica va a hablar de que lo recomendable es que antes de los dos años no haya ninguna exposición a ningún tipo de pantallas, esto incluye la tele. Ahora, una vez que se introducen pantallas, debemos preguntarnos ¿Qué pantallas introducimos? ¿De qué manera? ¿Con qué contenidos? No es que, al cumplir dos años, ingresa directamente al mundo de las pantallas. Siempre hay que priorizar durante la primera infancia y la niñez pantallas de uso compartido, que no sean navegables en soledad, es decir, no es la misma una tele en el living de casa que darle un celu o una tablet. Entonces, si tuviésemos que elegir las batallas para dar en este sentido, sin duda es retrasar lo más posible el uso de pantallas individuales, celulares, tablets, esperar hasta el final de la pubertad para habilitar redes sociales y priorizar contenidos que tengan un desarrollo, que no sean cortitos.

El uso inadecuado de pantallas por parte de niños y adolescentes es un fenómeno que requiere atención urgente. No hay dudas que la tecnología ofrece valiosas oportunidades para el aprendizaje y la comunicación, su abuso puede tener consecuencias perjudiciales para la salud física y emocional de los más pequeños de la casa. Es esencial que madres, padres y educadores trabajen juntos para establecer límites claros y fomentar hábitos saludables en el uso de dispositivos digitales. Al promover un enfoque equilibrado que integre el tiempo de pantalla con actividades físicas, interacciones sociales cara a cara, los juegos en el parque, la vuelta en bicicleta y momentos de desconexión, podemos ayudar a las nuevas generaciones a navegar por el mundo digital de manera segura y responsable.

 

 

 

 

 

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